Dolores Sopeña
Dolores Sopeña es una de esas personas excepcionales que llegan al mundo para hacer de él un lugar mejor. Su dedicación a los demás, especialmente a la familia trabajadora, sigue viva hoy en los numerosos Centros Sopeña que existen en el mundo y su historia ejemplar nos invita a encontrar con ella la oportunidad de superarnos. |
Dolores Sopeña nació en Vélez Rubio, provincia de Almería (España), el 30 de diciembre de 1848. Pertenecía a una familia de clase social media alta y desde muy joven descubrió que su vocación era ayudar a los demás, especialmente a los que más lo necesitaban, motivada por su profunda fe cristiana, que anheló transmitir y compartir.
Allí donde su padre era destinado por su trabajo, ella encontraba la manera de hacer el bien. En Almería (España), y con solo diecisiete años, atiende a necesitados, a un hombre leproso, a dos hermanas enfermas de tifus. Según crece en edad, crece su convicción. En Madrid, colabora en hospitales, escuelas, en la cárcel de mujeres. Latinoamérica estimula aún más su vocación. En Puerto Rico y Cuba funda centros en los que mujeres que admiran su labor, se dedican como ella a ayudar y a transmitir esperanza a los más desfavorecidos.
Cuando vuelve a España en 1877, continúa su misión solidaria y evangelizadora en las duras ciudades industriales de entonces, fundando centros e involucrando a muchas personas para colaborar en su misión. En 1902 funda una institución civil que hoy lleva su nombre: Fundación Dolores Sopeña.
Muere en Madrid el 10 de enero de 1918 pero su obra sigue muy viva, con presencia en 14 ciudades españolas, en 6 países de Latinoamérica (Argentina, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador y México) y en Italia. Su labor continúa en colegios, centros de educación de adultos, etc.
Alumnos, colaboradores, donantes, miles de personas contagiadas del espíritu solidario Sopeña mantienen hoy más que nunca, vivo el legado de una mujer excepcional que el año 2003 en Roma, fue beatificada por la Iglesia Católica.
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